Una niña llamó a la policía y dijo que su padre estaba bajo el suelo: cuando los agentes comenzaron a levantar las tablas del piso, encontraron algo terrible. 😱

Una llamada extraña y alarmante llegó a la estación de policía local.

—“Hola…” —sollozó la voz delgada de una niña de unos ocho años—. “Por favor, ayuden… mi papá está bajo el suelo…”

El oficial de guardia frunció el ceño y cruzó miradas con su compañero.

—“¿Bajo el suelo? Niña, ¿puedes pasarme el teléfono con tu mamá o tu papá?”

—“Papá no ha estado en casa por días. Y mamá no me cree, dice que lo estoy inventando. Pero yo sé que está bajo el suelo. Él mismo me lo dijo.”

—“Espera…” —dijo el hombre, adoptando un tono más serio—. “¿Cómo te lo dijo si no está en casa?”

—“Lo vi en un sueño” —susurró la niña—. “Me dijo que se fue muy lejos… y que está bajo el suelo…”

Al principio, los policías rieron, pensando que la pequeña tenía problemas psicológicos y que lo mejor sería pasar el caso a servicios sociales. Pero algo en su voz —una sinceridad desesperada— los hizo tomar la llamada en serio.

—“Iremos a comprobar, por si acaso” —dijo uno de los agentes—. “¿Y si es verdad…?”

Cuando llegaron a la dirección, los recibió la madre de la niña —una mujer pulcra, algo nerviosa, de unos cuarenta años. Se mostró sorprendida por la visita, pero los dejó entrar. La niña permanecía en silencio a su lado, aferrada con fuerza a su osito de peluche, y señaló un punto junto a la pared del salón. Justo bajo el nuevo suelo laminado.

—“¿Dónde está su esposo?” —preguntaron primero los policías.

—“De viaje de negocios” —respondió rápidamente la mujer—. “En otra ciudad… creo que en… Serbia. O Eslovenia. No recuerdo exactamente. Viaja mucho.”

—“¿Puede llamarlo?”

—“Su teléfono está apagado” —balbuceó ella—. “Probablemente…”

Mientras uno de los agentes intentaba, sin éxito, localizar al esposo, otro interrogaba a los vecinos. Nadie había visto al hombre en más de una semana.

No había ido a trabajar ni contactado con nadie. Ninguna aerolínea tenía vuelos registrados a su nombre.

Cuando la policía dijo que quería abrir parte del suelo, la madre se puso nerviosa.

—“¡Acabamos de terminar la reforma! ¿Sabe cuánto costó? ¿Quién pagará los daños?”

—“Si no encontramos nada, el seguro cubrirá todo” —respondió secamente el oficial al mando.

Comenzaron a retirar las tablas en el lugar que la niña había señalado.

A los pocos minutos, se escuchó un grito. Uno de los agentes retrocedió bruscamente, dejando caer la palanca. En el silencio, como un trueno en cielo despejado, se oyó:

—“Hemos encontrado… un cuerpo.”

Bajo el suelo extrajeron el cadáver de un hombre. Envuelto en plástico de construcción, parcialmente cubierto con espuma expansiva y cemento. Casi sin señales de lucha. Al parecer, había muerto de un solo golpe fuerte en la sien.

Más tarde, la autopsia confirmó todo. Durante una discusión, la mujer golpeó a su esposo con un objeto pesado. Al darse cuenta de que estaba muerto, decidió ocultar el crimen aprovechando las obras de remodelación en la casa.

Los obreros pensaron que ella solo les había pedido “rellenar el suelo un poco más profundo”. Nadie sospechó nada.

Y la niña… la niña realmente vio a su padre en un sueño. Él se le apareció, sonrió con tristeza y le dijo:

—“Diles. Estoy bajo el suelo. Estoy cerca. No tengas miedo.”

Y ella lo contó.