Recuerdo aquel día como si hubiera sido ayer։ Mi hermana no sobrevivió al parto, dejando atrás a tres pequeños

Recuerdo aquel día como si hubiera sido ayer. Mi hermana no sobrevivió al parto y dejó tres niños. ¿Y su padre? Desaparecido, como si nunca hubiera existido. No sabía ni su nombre ni su rostro — solo que no le importaban sus hijos.

Los adopté. No por lástima, sino por amor. En memoria de mi hermana. Cinco años de noches sin dormir, enfermedades, miedos y lágrimas. Me convertí en todo para ellos: madre, padre, familia.

Y un día, en el parque infantil, vi a un hombre alto y desconocido rondando a mis hijos. Se acercó y… tomó a uno de ellos en brazos. Corrí hacia él, con el corazón latiéndome con fuerza.

— ¡Eh! ¿Qué está haciendo? ¡Suelte a mi hijo! — grité.

Cada mañana después de ese día me despertaba con una sensación de angustia. Revisaba que todo estuviera bien en casa, miraba a mis tres pequeños y pensaba: «¿Cómo podría perderlos?» Corrían y reían por el apartamento, sin saber que una amenaza se cernía sobre su felicidad.

El juicio fue tenso. El hombre llegó con abogados, carpetas de documentos y amenazas. El mismo hombre del parque. Me miró directamente a los ojos y dijo fríamente:
— Son mis hijos. Robaste a mis hijos.

Hablaba de “derechos biológicos” y de “justicia”, mientras yo solo sostenía las manos de los niños, sintiendo cómo crecía dentro de mí la determinación.

Cada día comprendía una cosa: esta era una lucha por su infancia, por el amor que les había dado todos esos años.

Y en el momento en que parecía que ya no tenía fuerzas, el juez nos miró atentamente — a mí, a los tres niños, a sus ojos llenos de confianza y amor… — y tomó su decisión.

Entonces entendí que una verdadera familia no es solo la sangre. Son aquellos que permanecen, que aman, que protegen y no se van. Y mirando a mis tres pequeños, susurré suavemente: «Estamos juntos. Para siempre.»