Nunca habría imaginado que una manicura común pudiera terminar en un interrogatorio policial

Soy manicurista en un buen salón. Con nosotros, todo es como en cualquier salón de belleza: café con espuma, chismes sobre las estrellas y, sobre todo, clientas habituales que creen que una buena manicura resuelve todos los problemas de la vida.

Ese día todo iba como siempre, hasta que llegó un nuevo cliente: un hombre distinguido de unos cincuenta años.

Después de veinte minutos, de repente dejó caer su teléfono, apoyó la cabeza sobre la mesa y… dejó de respirar.
— ¡Dios mío, se murió! — gritó la administradora.
— No, solo se durmió — susurré, aunque ya estaba pálida.

La policía llegó diez minutos después. Resultó ser un conocido agente inmobiliario. El día anterior había recibido amenazas, y ahora había sido envenenado con algo en su café.

Todo se volvió en mi contra: él solo bebía mi café, y yo fui la última persona que lo vio con vida.

Una semana antes de su muerte, mi cliente, el agente inmobiliario, había vendido un apartamento a la viuda de un famoso empresario. La transacción fue tranquila, pero poco después, desapareció todo el dinero de la cuenta de la viuda.

Ella estaba segura de que él la había engañado y transferido los fondos a su propia cuenta.

Y la viuda, adivinen qué, era nuestra clienta. Y justo el día de su muerte, vino a nuestro salón… a hacerse una pedicura.

Emma y yo la seguimos, escondidas entre los arbustos frente a su casa (sí, suena extraño, pero Emma dijo que “todos los verdaderos detectives lo hacen”).

Por la noche, un mensajero llegó a la casa de la viuda con un paquete, y poco después encontramos en la basura un vial vacío de un potente somnífero.

Más tarde, la policía determinó que la viuda había puesto veneno en el café que yo le serví. Fui declarada inocente, y el salón volvió a abrir con un nuevo lema:

«La belleza requiere sacrificios. ¡Pero, por favor, no literales!»

Ahora, cuando alguien pide café, siempre sonrío:
«Solo lo sirvo frente a ti, cariño. Sin azúcar, sin veneno — pero con amor».