A los 56, mi vida era un completo desastre. Mi matrimonio, mi familia, todo eso había quedado atrás.
Lo único que me impedía volverme loca era mi relación romántica. Un día, mi mejor amiga Lana entró corriendo en la habitación. “¡Basta!”, dijo. “Nos vamos a las islas. Necesitas un descanso. ¡Divirtámonos!”. Pensé: “Me da igual, vámonos”.
Y entonces apareció Eric. Genial, inteligente, encantador y tan atractivo, era perfecto. Sabía que la diferencia de edad era una tontería, pero ¿a quién le importa? Simplemente no pude resistirme. Tuvimos una noche mágica y pensé: “Por fin, un nuevo comienzo”.
¿Pero a la mañana siguiente? Eric se había ido. Y lo que es peor, mi portátil con la novela completa también se había ido.
El pánico me invadió y corrí a la habitación de Lana, pero me detuve en la puerta al oír su voz.
Eric: “Ella no sospecha nada”. Todo va perfecto.”
Lana: “Solo un poco más, cariño… Espera, ¿oíste eso? Hay alguien en la puerta. Mira.”


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