Esa noche, después de que los niños se durmieran, se dirigió a una tienda de mascotas cercana.
— ¿Tienen algo con un olor fuerte que atraiga a los animales? — le preguntó a la dependienta.
— Tenemos un señuelo muy potente para el entrenamiento de perros, — respondió ella, intrigada.
— Perfecto. Eso es exactamente lo que necesito, — dijo Catherine, ya imaginando el resultado.
Durante las siguientes noches, mientras la ciudad dormía, aplicó el señuelo a lo largo de la cerca del vecino. El olor comenzó rápidamente a atraer todo tipo de animales, desde perros callejeros hasta pequeños carroñeros. Algunos dejaron marcas muy “fragantes” detrás.
Después de unos días, Catherine escuchaba a Jeffrey maldiciendo mientras intentaba fregar la cerca. Pero el olor se había impregnado profundamente en la madera.
Los vecinos empezaron a quejarse. Un día, la señora Thompson golpeó su puerta:
— ¡Hay un olor terrible que viene de tu jardín! ¿Qué está pasando?

— Estoy tratando de arreglarlo… — murmuró, claramente avergonzado.
Incluso Liam y Chris comenzaron a quejarse del olor. Pero Catherine sabía que todo iba según lo planeado.
Pronto, escuchó golpes y las voces de los trabajadores—¡Jeffrey había comenzado a desmantelar la cerca! ¡Victoria!
Mientras regaba su jardín, Jeffrey se acercó a ella—con la cabeza baja, los ojos llenos de arrepentimiento.
— Catherine… Me equivoqué. Lo siento. No debí haber construido sin tu permiso.
— Disculpas aceptadas, — respondió ella con calma. — Espero que ahora entiendas que respetar los límites de los demás es la base de unas buenas relaciones vecinales.
Desde entonces, su relación mejoró. La cerca desapareció, y Catherine demostró que incluso en las situaciones más desagradables, con un poco de creatividad y valentía, puedes recuperar lo que es tuyo.






