Últimamente, mi hija de cinco años se ha estado comportando de una manera muy extraña. Siempre había sido una niña obediente e inteligente, aprendía cosas nuevas con facilidad y nunca fue exigente con la comida. Pero de repente, desarrolló un hábito que realmente me preocupó.
Cada vez que la llamaba a almorzar, se negaba a sentarse en la mesa. En su lugar, llevaba su plato al baño, donde ya había colocado una pequeña silla. Allí, cerraba la puerta con llave y solo entonces comenzaba a comer. Cuando terminaba, salía con el plato vacío, como si nada inusual hubiera sucedido.
En otros momentos, nunca iba allí a jugar ni a sentarse: el baño se había convertido únicamente en su lugar para comer. Al principio pensé: “Probablemente sea solo un juego, pronto se le pasará.” Pero cuando esto se repitió todos los días durante un mes entero, me asusté. Las peores ideas empezaron a pasar por mi mente: ¿podría haber algo malo en ella?

Hablar con mi hija fue inútil: respondía a mis preguntas con silencio. Así que tomé una decisión: por la mañana instalé una cámara oculta en el baño para observar.
De repente, mi hija exclamó en voz alta:
— ¡Eso es todo! ¡Alex no recibe nada!
Casi se me cayó el teléfono de la sorpresa. Alex es su hermano mayor.
Más tarde, llamé a mi hijo y le pregunté con seriedad:
— ¿Sabes por qué tu hermana siempre come en el baño?
— Sí, lo sé, — respondió con calma.

— ¿Y por qué?
Me dio miedo escuchar su respuesta.
— Esa miedosa teme que yo le robe la comida. Por eso se encierra con llave.
— ¿Alguna vez le has robado su comida?
Mi hijo se encogió de hombros:
— Sí, unas cuantas veces. No es mi culpa que la de ella siempre sepa mejor.
Entonces todo quedó claro. Yo había imaginado escenarios terribles, pero la verdad era mucho más sencilla. Mi hija solo temía que su hermano le quitara otra vez un pedazo de su comida favorita.
Y ella es muy vengativa y de principios — ella…






