La novia de mi hijo me dio una carta para entregarle después de la ceremonia. – Una vez que la leyó, salió de la recepción.

Debería haber sabido que algo no estaba bien en el momento en que Amy me pidió hablar conmigo—justo minutos antes de la ceremonia.

Ya estaba vestida, envuelta en seda marfil que brillaba suavemente bajo la luz, su cabello recogido con delicadas perlas. Pero sus manos… sus manos estaban heladas.

“Necesito que hagas algo por mí,” dijo, con tono calmado pero extrañamente plano.

Luego, de su pequeño bolso, sacó un solo sobre blanco. Sin nombre, sin adornos—simple y sellado. Lo colocó suavemente en mi mano, pero su toque se sintió casi pesado, como si me estuviera entregando algo más que papel.

“Dáselo a Leo,” dijo en voz baja. “Después de la ceremonia. No antes. No durante. Después.”

Mi corazón dio un salto, golpeando en mi pecho.
“Amy, cariño… ¿estás bien? ¿Solo nervios por la boda?”

Pero ella negó con la cabeza lentamente, sus ojos distantes. “Él necesita escuchar esto de ti. Tiene que ser de ti.”

La forma en que lo dijo… no era dramática. No emocional. Solo… final. Como si esta decisión se hubiera tomado mucho antes de que yo entrara en esa habitación. Como si este momento fuera simplemente la última casilla por marcar.

Giré el sobre en mi mano, dudando.

“¿Qué hay dentro?” pregunté cuidadosamente.

Amy no respondió. Solo me dio la más ligera de las cabezas, como alguien que reconoce una brisa que pasa, y salió, el largo tren de su vestido arrastrándose detrás de ella como una sombra.

Me quedé allí sola, mirando el sobre. No se sentía mucho—ligero, apenas allí, tal vez una o dos hojas de papel en su interior. Ningún marcador. Ningún indicio de algo siniestro.

Pero mi estómago se retorció de todos modos.

Algo me decía que lo que fuera que estuviera escrito dentro… lo cambiaría todo.