Inicio » Sin categoríaPara no perder su trabajo, la enfermera aceptó bañar a un joven paralizado — pero durante el baño, vio algo que la hizo quedarse helada de terror.

Tras otra queja de un paciente, el médico jefe la llamó a su despacho.

—A partir de ahora serás una simple asistente —le dijo con tono severo—, y tu única tarea será bañar a los pacientes.

—¿Pero por qué me hace esto? —protestó la enfermera.

—Los pacientes no dejan de quejarse de que siempre estás con el teléfono, mirando la pantalla.

—Sí, pero mi hija está enferma —necesito saber cómo está.

—No me importa. Haz lo que te digo o presenta tu renuncia.

La enfermera no tuvo más opción que aceptar. En su primer día en el nuevo puesto, le ordenaron ir a la habitación de un joven y ayudarlo a bañarse.

El joven había perdido por completo la movilidad; solo podía mover el cuello y los ojos. Llevaba años sin moverse en absoluto.

Ella entró en la habitación, lo miró y, con esfuerzo, ayudó al camillero a llevarlo al baño. Llenó la tina, comprobó la temperatura, añadió un poco de espuma y comenzó a lavarlo con suavidad. Todo estaba en silencio —solo se oía el sonido del agua y sus suaves suspiros.

—Dios mío… esto no puede ser real…

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El joven —aquel que no había podido moverse durante años— de pronto le agarró el muslo.

—¡Dios mío! —gritó ella, dando un salto hacia atrás—. ¿Qué estás haciendo?

Pensó que el paciente se estaba comportando de forma inapropiada, pero entonces se quedó helada… recordando que él estaba completamente paralizado del cuello hacia abajo.

—¿Fuiste tú? —preguntó, con la voz temblorosa.

—No… —susurró él—. Yo no hice nada…

—¡Pero me acabas de tocar!

—No puedo… no siento nada…

Aterrada, la enfermera llamó al médico. Pocos minutos después, el jefe médico entró corriendo en la habitación. Examinó al paciente, le tocó el brazo y exclamó:

—¡Eso es imposible! ¡Estaba seguro de que todos sus nervios estaban muertos!

Miró a la enfermera y dijo:

—Tocaste accidentalmente su nervio cubital. ¡Fue un reflejo! Eso significa que existe la posibilidad de recuperar su movilidad.

La enfermera se quedó inmóvil, sin poder creer lo que veía. El médico añadió en voz baja:

—Acabas de salvarle la vida. Si empezamos la rehabilitación ahora, podría volver a tener una vida normal.

La mujer se cubrió la boca con la mano mientras las lágrimas le llenaban los ojos. Ese día comprendió que incluso un simple toque puede convertirse en un milagro.